Dōjō es un término japonés que se puede traducir como «el lugar del camino». Es donde se realiza la práctica de Artes Marciales como el Karate, el Aikido, el Judo, el Kendo…

De un tiempo a esta parte se ha extendido mucho la práctica de los «Dojos» en organizaciones; seguro que habéis oído hablar de los «Coding Dojo», los «Cloud Dojo» e, incluso, los «Innovation Dojo».

Generalmente, se trata de espacios en los que varios profesionales se dan cita para resolver un reto complejo en un espacio seguro, para aprender conjuntamente sobre alguna materia en particular, o incluso para seleccionar personas para determinadas posiciones.

Uno de los puntos en común de estos espacios es que se trata de contextos donde prima la acción y donde se fomenta la experimentación.

A mí me parece una práctica excelente por todo lo que aporta y, precisamente por eso, trato de generar un contexto seguro y que permita la co-creación del mayor valor posible cuando los facilito.

Pero, ¿qué necesita un Dojo para ser ese espacio seguro, generativo, valiente y evolutivo?

En mi familia más próxima, el estudio del Karate es algo que nos une y que va ya por la tercera generación… quizá sea por eso que este artículo me hace especial ilusión, ya que me permite unir dos de mis mayores pasiones: el Desarrollo Organizacional y el Karate-Do.

Cuando estamos en el Dojo (en el de Karate), procuramos tener presentes lo que llamamos «Los 5 espíritus del Budo», que viene a ser algo así como los estados mentales del camino del guerrero.

De igual manera -en mi experiencia- necesitamos contar con estos 5 estados mentales cuando participamos en un Dojo en las organizaciones con las que trabajamos… ¿repasamos cuáles son y qué aportan en nuestro contexto profesional?

Los 5 "espíritus" del Dōjō

01. Shoshin. Mente de principiante.

Este concepto hace referencia a mantener una mente abierta, dispuesta a aprender. Se trata de una actitud de curiosidad activa, que nos aleje de las limitaciones de lo que ya sabemos -aunque nos apoyemos en ello, naturalmente- y nos acerque a ese conocimiento que emerge de la práctica compartida.

Sin esa «Mente de principiante», nuestro Dojo pierde el potencial que podría desarrollar y que tanto valor aporta, tanto a la resolución del reto en particular como a la propia adaptación de la organización a un contexto de mercado cada vez más cambiante.

02. Mushin. No-mente

Parece extraño que, tanto en el trabajo del conocimiento como en las artes marciales, se promueva eso de la «no mente» en un Dojo… es más fácil de entender cuando vemos que, en realidad, este estado se asemeja mucho a lo que Mihály Csíkszentmihályi denominó «Flow» (cuando nuestras acciones y pensamientos suceden sin pausa, en “ese estado en el que uno se siente completamente absorto en una actividad que proporciona placer y disfrute”). En esos momentos, parece que el tiempo se nos pasa volando y parece que “las ideas fluyen solas”. Seguro que conocéis esa sensación.

Cuando promovemos esta «No mente», ganamos foco y parece que todo nos cuesta menos… estamos un poco más ágiles, menos torpes y con ese extra de «chispa».

03. Fudoshin – Mente imperturbable 

Notaréis que este estado está íntimamente relacionado con el anterior, y es porque se refiere a una especie de «foco radical». Cuando estamos en el Dojo de Karate y estamos realizando una serie de técnicas, es importante «estar en lo que estamos»… parece una obviedad, pero recordad que estamos hablando de un arte marcial, y que se trata de que las técnicas tengan su sentido y sean eficaces.

De igual manera, en las organizaciones, si estamos en un Dojo y dejamos que pensamientos externos como el «eso aquí no se puede hacer», «es demasiado innovador» o «no nos lo van a aprobar» nos hagan perder el foco, estaremos dejando ir una importante fuente de conocimiento y práctica que nos podría aportar un valor notable.

04. Zanshin – Mente permanente

Cuando estamos en Zanshin estamos en una suerte de «Alerta relajada». Es esa actitud, esa mirada que podéis identificar cuando un artista marcial acaba de terminar un ejercicio… ha terminado, pero no. Se mantiene consciente del entorno y abierto a lo que sucede a su alrededor. Trasladado a un Dojo en organizaciones, es muy necesario que eso que hemos aprendido, que eso que hemos creado juntos (una solución, una idea desarrollada, un plan estratégico, un backlog de acciones, la energía de un equipo…), tenga una continuación en nuestro contexto organizacional real y que mantengamos esa apertura activa a lo que la realidad nos traiga para poder adaptarnos a ella con todo lo aprendido y cocreado.

05. Senshin – Transcendencia

En sentido estricto, el Senshin tiene que ver con la compasión, la armonía, la protección, la unidad… para nosotros es muy importante no olvidar que nuestro arte marcial tiene su base y su origen en la defensa, no en la agresión.

Del mismo modo resulta de mucha utilidad, cuando estamos realizando un Dojo en la organización con la que trabajamos, tener presente que estamos trabajando en favor del propósito evolutivo conjunto; por una razón muy concreta y específica. Ese «por qué» lo recoge muy bien Simon Sinek cuando habla del —Why (entendido como «propósito, causa o creencia; la verdadera razón por la que tu organización existe»).

Y vosotros, ¿cómo entendéis que debería ser un Dojo en las organizaciones con las que trabajáis? ¿Veis tan necesario como yo que estos posicionamientos o estados mentales estén presentes? ¿Cuál es vuestra experiencia?

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