No sé si os ha pasado alguna vez. O, mejor, si conocéis a alguien a quien le haya pasado eso de ir a la consulta del médico porque no te sientes bien con tu alimentación y salir de ahí con una dieta, que es una fotocopia de otra fotocopia y, así, hacia atrás hasta llegar a una hecha con un «gelatinógrafo» de esos que se usaban para copiar las fichas en el cole.

– ¿Cómo? ¿que no os acordáis? Sí, claro, ahora resultará que somos todos de la generación de las tablets en clase…

Como sois tan jóvenes, tampoco os acordaréis de aquél anuncio de champú en el que salía una persona disfrutando de las bondades del uso del producto y otra, escuchando la expresividad de la apreciación, decía: «¡Quiero el champú que ella está usando!».

Con el tiempo, me he ido encontrando dos patrones muy parecidos en mi experiencia en transformación organizacional.

Los patrones «champú de hierbas» y «dietas fotocopiadas»

Empecemos por el final. Por un lado tenemos el patrón “Champú de hierbas”: Organizaciones, o equipos, que han visto un modelo implementado en otra empresa, con un tamaño, orientación y sector de actividad que nada tienen que ver con la suya. Casos de éxito que se repiten y se amplifican, que se van transmitiendo y viralizando. Y que acaban por ser idealizados y desvestidos del contexto para el que fueron creados (y adaptados).

Casi ninguna de las personas que pide EL MODELO sabe si realmente es como se lo han contado, o si se llegó a conseguir algo considerado como medianamente exitoso. Además, tampoco tienen en cuenta que los contextos y verticales de negocio no tienen nada que ver en absoluto porque, hey, es EL MODELO. Y EL MODELO funciona siempre… ¿verdad?

Por otro, el patrón “Dietas fotocopiadas”: Equipos u organizaciones que piden ayuda porque tienen una situación compleja que manejar y que, al pedir ayuda, reciben una receta repetida, aplicada en muchas ocasiones. Es LA SOLUCIÓN.

– ¿Lo es para mi caso?

– Lo es, y lo sé porque la he implementado en miles de ocasiones.

– Pero, escucha, ¡a ver si no va a ser la misma!

– No te preocupes. Será exactamente la misma; recuerda: es LA SOLUCIÓN.

LA SOLUCIÓN ha sido aplicada, de la misma manera, en cantidad y variedad de contextos, verticales de negocio, ámbitos geográficos y momentos de mercado. Y se sigue aplicando.

Solucionismo y efecto Bandwadon

En un primer vistazo parecerían dos caras de la misma moneda y, en cierto modo, lo son. En ambos casos están operando dos factores: el «solucionismo» y el «efecto Bandwagon».

Podemos decir que el solucionismo es la creencia de que una determinada práctica o modelo es -en sí mismo y con mínimas adaptaciones- lo que repare, restaure, mejore o arregle lo que no está yendo como debe.

El efecto Bandwagon se podría resumir como la tendencia de personas y grupos a adoptar determinadas posiciones por el simple hecho de que una gran mayoría las adoptan. A casi todos los demás les ha funcionado ergo a mí también me funcionará.

Siempre que he encontrado estos dos efectos operando juntos, ha sido en contextos de alta complejidad, donde personas tremendamente inteligentes y capaces encuentran dificultades para decidir embarcarse en un viaje para el que no hay atajos: descubrir la necesidad y adaptarse a ella.

Es un viaje con altas cotas de incertidumbre durante el cual, como en todo buen viaje, habrá un poco de todo… desde brillantes praderas y prístinos lagos, hasta lóbregos bosques y torrentes de aguas turbulentas. No es ideal, es real. Parte de donde verdaderamente estás e incorpora el conocimiento emergente que va surgiendo de tocar la realidad constantemente. Te mantiene pegado a lo que sucede y a cada cambio que experimenta el contexto.

¿Asusta? Tal vez. ¿Conducirá a un lugar que se acerca más a lo que REALMENTE nos hace falta que a un espejismo de seguridad? Sin duda.

En mi opinión, cualquier camino de transformación debe ser acometido con el foco en la necesidad, unas buenas dosis de apertura y pragmatismo y los sentidos y el cuerpo siempre prestos a adaptarse a lo que nos vayamos encontrando. Y alguien experimentado que nos acompañe en el viaje nunca viene mal.

Hay muchos espejismos tranquilizadores a nuestra disposición. No es censurable ir hacia ellos.

Si crees que merece la pena explorar la otra opción, contacta conmigo o con cualquiera de mis compañeros del equipo de Thinking With You y hablamos.