Seguro que más de una vez has oído hablar de todos los beneficios que tiene andar, de cara a mantener una vida saludable. Los expertos dicen que treinta minutos al día es lo necesario para mantener los niveles cardiovasculares equilibrados, y es, junto con una alimentación saludable, la base de la dieta mediterránea.

Lo que quizás no te has planteado nunca es cómo se relaciona la actividad de caminar con los resultados de tu equipo o de tu negocio. Y eso es justamente lo que quiero contarte.

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en una experiencia diferente de la mano de Sales Innovation School. Capitaneados por Sergio Aguayo, organizaron una experiencia de trekking con el equipo de ventas de Securitas Direct. Fue en Ávila, en plena naturaleza, a solo dos horas de Madrid. La sesión estaba enmarcada dentro de unas jornadas de trabajo de varios días donde querían trabajar la parte de equipo.

La verdad es que cuando Sergio me lo propuso por teléfono, no le pude decir que no. Me generaba mucha curiosidad el formato. Me comentó que la actividad consistiría en ir, junto a otras tres personas más de diferentes perfiles y experiencias, para charlar dos horas con cuatro grupos diferentes de equipos de ventas. En mi caso sobre liderazgo, agilidad, emprendimiento, organizaciones, etcétera.

No sé si era la novedad del formato o que no había nada planificado en cuanto a los temas a hablar, pero varios días antes me dio por pensar en el evento, y me preparé un poco los temas de los que me gustaría hablar con ellos. Reconozco que estaba inquieto. Aunque por mi trabajo estoy acostumbrado a relacionarme con diferentes perfiles y departamentos, los equipos de ventas son uno de los colectivos con los que menos contacto he tenido, así que para qué engañarnos, estaba un poco acojonado, quería decir asustado. Pensaba si realmente mi experiencia -muy diferente en cierto modo a la suya- les podría aportar algo o no. Ya sabéis, el síndrome del impostor se adueñó de mí durante los días previos al evento.

Y llegó el día D. Allí me encontraba frente a aquel grupo de treinta personas. Antes habían tenido una charla de Josef Ajram que había dejado el listón muy alto, divertida y llena de mensajes potentes sobre el éxito y el fracaso. Justo lo que faltaba para añadir un poco más de seguridad al “síndrome del impostor” que llevaba puesto. Pero ya no había marcha atrás, la charla de Josef había terminado, los cuatro equipos se habían formado, las presentaciones estaban hechas y tocaba comenzar.

No sabía muy bien cómo empezar, así que decidí presentarme brevemente; contar quién era, a qué me dedicaba y, muy rápidamente, los aspectos más importantes de mi trayectoria. Tras ese minuto explicando qué es Thinking With You y a lo que nos dedicamos, mi experiencia de un año como freelance, y mi anterior trayectoria en consultoría, pensé, francamente, que esto no conectaría, para nada, con su día a día de call center centrado en llamadas, objetivos, inbouds, outbounds y complicadas métricas.

I’d start my day by checking email, Twitter, Facebook. Reading the “news”. I’d look at my to-do list and start working on something.

Pero nada más alejado de la realidad. Casi no pude ni terminar de presentarme, cuando el primer grupo ya me estaba preguntando acerca del emprendimiento, el porqué de haberme lanzado a emprender, cómo era montar una empresa, si podía darles más detalles de mi día a día como consultor organizacional, etcétera. En todo momento surgieron conversaciones muy fluidas con todos los grupos. Cada uno se centró en diferentes aspectos. Recuerdo que una de las personas de los grupos me preguntó mucho por la incertidumbre y cómo la gestionaba desde el punto de vista de no saber qué sucederá. Saber que mi calendario de julio o septiembre está ahora mismo vacío, les generó mucho impacto.

No os lo he comentado, pero todas estas conversaciones se producían mientras íbamos andando, mientras hacíamos una pequeña ruta alrededor de la montaña. Y creo que este formato permitió una circularidad de la conversación muy potente. Observé que la gente se acercaba o alejaba en función de la conversación, nos girábamos si nos resultaba un tema interesante, de repente se hablaba mucho más fluido…  Además, al estar en movimiento, lo que sentí es que los pensamientos se conectaban mucho más rápido de lo habitual entre las personas.

Así fui pasando -uno tras otro- por los cuatro equipos. Se notaba que las ideas se conectaban con la del anterior compañero, y eso permitió que surgieran conversaciones muy ricas. Sentí a toda la gente muy cercana.

Acabamos el camino y tocaba hacer una pequeña reflexión, todos juntos, con el resto de compañeros que participaron en la experiencia: Marcos ÁlvarezPaco León Lerma y Christian Revilla Passanisi. Ahí pudimos ver la potencia que había tenido la actividad para los participantes, que había dado pie a interaccionar con cuatro personas con experiencias y opiniones diferentes. Gracias a su formato, nos habían podido preguntar sobre cualquier cosa, e incluso habían sacado algunos puntos en común acerca de lo que habíamos comentado.

¿Y cómo conecta todo esto con los beneficios que comentábamos para mi negocio o mi equipo?

Las personas y sus conversaciones son muy importantes en entornos complejos. Este formato nos permitió disfrutar de una conversación muy enriquecedora entre todos. Creo que el hecho de poder movernos, acercarnos o alejarnos en función de la conversación, fue clave. Rompimos la dinámica habitual que pudiera haber en una sala de reuniones.

Me llamó mucho la atención la curiosidad con la que hacían algunas preguntas. El formato distendido creo que ayudó a que todo el mundo pudiera participar y sentirse integrado. Muchas veces en los contextos más formales hay algunas voces que por diferentes circunstancias (timidez, miedo, respeto…), no participan.

Se generó mucha conexión en los equipos, mucha cercanía. Todos éramos uno solo. Nadie estaba por encima de nadie.

Sin darnos cuenta habíamos recorrido casi 8 km, así que nos vino muy bien para nuestras sedentarias vidas (la mía al menos lo es un poco).

Me quedo con la sensación de que ese tipo de dinámicas unen mucho, generan sensación de equipo fomentando la cohesión, la conversación, y hacen que nuestro sentimiento de pertenencia aumente, no soy el único que piensa que andar y hablar puede traer múltiples beneficios organizacionales. Todas estas cosas, en mi día a día, observo que muchas veces faltan en los equipos en concreto, y en las organizaciones a nivel general.

Y es que a veces, cambiando el contexto y liderándolo de manera diferente, simplemente andando por el campo como ha sido en este caso, pueden surgir ideas, conexiones y soluciones mucho más enriquecedoras que las que a veces tenemos en el contexto de la oficina.

El paseo como mutabilidad, como acción física y a la vez mental: El movimiento o la efervescencia se encuentra en todas las mentes.
Martina Deren

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