¿Os imagináis cómo puede ser entrar a formar parte de una empresa cuando 2 semanas después estalla el confinamiento? Un año hace, que estábamos a las puertas de este confinamiento, al inicio de una batalla que aún sigue viva contra un virus que ha impactado de forma histórica en la sociedad a nivel mundial. 1 año se cumple desde que entré a formar parte de un equipo que ha cambiado mi manera de pensar, mi manera de relacionarme con el trabajo y, sobre todo, mi idea de equipo.

Yendo al grano: en muchas otras empresas mi incorporación se habría paralizado, cancelado o cambiado las condiciones. El periodo de prueba habría acabado siendo eso, un periodo de prueba y un “ya nos veremos cuando todo esto pase”.

Ya os dejamos a través de un “Café con Thinking” algunos testimonios sobre cómo hemos vivido esta temporada. En estas líneas me gustaría contaros mi vivencia durante este año que nunca olvidaré, aunque no hubiera habido pandemia.

Transparencia y confianza por defecto

Llegó la pandemia y absolutamente nadie puso encima de la mesa la posibilidad de que “el nuevo” no se subiera al barco por si se hundía. Menos de 1 mes después tomábamos la decisión como equipo, de bajarnos los salarios. Tomamos esta decisión como las tomamos en esta casa, por consentimiento, es decir, dando la voz a la minoría, atendiendo cualquier objeción y escuchando todas las preocupaciones de forma que todos estuviéramos conformes con la propuesta.

¿Lo más sorprendente para mí? Yo acababa de llegar y mi opinión valía y pesaba exactamente lo mismo que las personas que fundaron esta empresa, Thinking With You, o que llevaban años cuidando de este sueño. Nadie lo puso en duda (“eres uno más desde el minuto 1”).

Espacio de desarrollo personal y profesional

Sin duda, Thinking es un espacio de desarrollo personal y profesional. Es una de las cosas que más destacaría de este año en la organización o, dicho de otro modo,  “con Thinkito” (así llamamos a la personificación de la empresa y al que nos dirigimos a veces para darle voz). Puedo aseguraros que este año he salido más que nunca de mi zona de confort y de una manera ilusionante, con apertura, con confianza al tener un equipazo que me lleva a la espalda y sabiendo que “hay agua”, (frase que usamos mucho animándonos a saltar a una piscina cuyo agua es el resto del equipo que nos sostiene). He aprendido más que nunca de la mano de profesionales que no podría describir bien en este post y no solo hablo de los “Thinkers”. Hablo de colaboradores, de personas que conforman nuestro Ecosistema-TWY y clientes con los que he compartido horas de trabajo y que me han demostrado, una vez más, que el mayor activo que tienen las organizaciones son las personas.

Thinking también me ha abierto las puertas como laboratorio de innovación. Nos hemos adaptado como equipo al nuevo contexto, conociendo nuevas herramientas, descubriendo juntos la nueva manera de hacer para seguir conectados a nuestra esencia. 

No separar lo personal y lo profesional

No separar lo personal y lo profesional, algo que es fácil de decir pero luego complejo de demostrar y cumplir en el terreno. Puedo decir que Thinking es un lugar donde he vivido esto. Este año he visto cómo lo personal y lo laboral son un continuo en la persona y que se respeta para que cada miembro del equipo se sienta lo más integrado, cuidado y realizado posible.

Responsabilidad y compromiso

Este año he experimentado que una organización es tan potente como lo sean la responsabilidad y compromiso que cada persona tenga con el sistema. Somos un equipo auto-organizado, que parte de la premisa de que cada persona cuida de Thinkito, del sistema, a través de sus decisiones, pidiendo feedback y consejo, compartiendo con el equipo, mostrándose vulnerable cuando es necesario. ¿Os imagináis el entorno necesario para algo así?

Llegados a este punto voy a frenar un poco, por gestionar las expectativas del lector. Esto no es nada fácil y más en este contexto que nos ha tocado vivir. Mantener una organización así, con relaciones basadas en la confianza, la transparencia y la conversación como mejor herramienta, no siempre es un camino fácil. Hemos sufrido, como equipo, como individuos, hemos discutido y discrepado, nos hemos enfadado, hemos llorado y hemos tenido que poner distancia con algunas cosas en algún momento. Para mí lo importante es que eso también está bien, no pasa nada. Somos personas con sus interacciones, pensamos y hablamos cada uno desde nuestro mapa, desde nuestra realidad y nunca podemos controlar todas las variables de este contexto tan complejo. Lo importante es tener clara nuestra visión, hacia dónde vamos y qué cosas no queremos perder por el camino…  nuestra esencia. Seguimos mejorando paso a paso y aún nos queda mucho.

Demostramos coherencia en nuestro pensar-hacer-sentir

En este sentido me viene algo que tenemos colgado en nuestra oficina, esa oficina a la que apenas podemos ir por lo que está pasando: “Demostramos coherencia en nuestro pensar-hacer-sentir”, y siendo coherentes siempre, ocurre que chocamos con otras personas, y eso no deja de ser más que una oportunidad de crecimiento. Este año en Thinking creo que he crecido, un poco a nivel profesional y mucho a nivel personal pero, como os he contado, aquí he aprendido que una va de la mano de la otra.

Agradecimiento

Soy consciente de que reflejar un año en Thinking en unas pocas líneas es imposible, y más teniendo en cuenta cómo ha sido este, se torna muy complejo, o al menos yo soy incapaz de expresar todo lo que tengo dentro. Pero si hay algo de lo que quiero dejar constancia y hacer explícito, es mi profunda sensación de agradecimiento. A este equipo, a todas y cada una de las personas con las que he trabajado en algún momento, con las que he compartido cafés a través de una pantalla, debatido sobre cómo hacer unas formaciones, risas y enfados y, sobre todo, gracias por dejarme ser yo en todo momento -e incluso llamar mi atención cuando estaba dejando de serlo-.

Especialmente quiero dar las gracias a mi compañera Luz Garrido, la que, de la mano, me ha acompañado este año, me ha ayudado a aterrizar en esta casa, me ha mentorizado, me ha retado, me ha enseñado, me ha cuidado. Ella ha sido mi “buddy” y quién mejor que ella para que os cuente próximamente qué es eso del “buddy”.

Un año en Thinking llevo ya, no un año cualquiera: un año de retos y desafíos. Un año difícil para todo el mundo, con pérdidas, con distanciamiento, sin contacto. Pero con una experiencia añadida en mi caso, que ha sido formar parte de un equipo, no un equipo cualquiera, Thinking With You.