Hacer filosofía es explorar el propio temperamento,
pero al mismo tiempo tratar de descubrir la verdad.
Iris Murdoch

Todos tenemos una filosofía de vida personal

Todos tenemos una filosofía de vida personal. Este modo de comprendernos y de ver el mundo es único e intransferible. Apliquémonos el archiconocido Sapere Aude de Horacio. Tengamos el valor de usar nuestra propia razón para construir y destruir aquellos aspectos de nuestra vida que deseamos mejorar o, simplemente, desechar. 

Ése es el leitmotiv que atraviesa la formación en Asesoramiento Filosófico Sapiencial, dirigida por la filósofa española Mónica Cavallé, y que gracias a Thinking With You he podido iniciar.

La historia de la protagonista es un ejemplo claro de filosofía sapiencial; una filosofía sentida y puesta en práctica en cada decisión que precede a la acción. Visto de este modo, el personaje de Rosa se presenta como la unión indisociable entre pensamiento y vida, el compromiso absoluto para con una misma.

Creo que pocas serán las personas que habiendo leído esos interrogantes no se sientan identificadas, o no hayan percibido cierto “escozor existencial”.  ¿Quién no tiene una filosofía de vida personal? Y es que todos, en mayor o menor medida, filosofamos. Hay quienes alcanzan un grado de consciencia más elevado porque ponen atención a sus pensamientos, decisiones y prácticas. Sin embargo hay otras personas que no son tan conscientes de su filosofía de vida, por los motivos que sean. Desde luego lo que es indudable es que todos somos seres curiosos por naturaleza con la capacidad inherente de preguntarnos. Cuándo y cómo despleguemos esta capacidad es una cuestión muy personal, encarnada en cada cual, enraizada en su propia historia.

¿Cuál es tu filosofía?

Pregunta compleja como para responder en un tweet de 280 caracteres después de leer este post, ¿verdad? En algún momento hemos escuchado eso de ¡carpe diem! Esta locución latina del poeta romano Horacio, traducida coloquialmente como ¡vive el momento!, parece reflejar un modo de ver la vida. Hasta aquí todos de acuerdo. Pero, ¿qué hay más allá de “vivir el momento”? ¿Cuánto de tu ser más auténtico vuelcas en cada instante? ¿Estás siendo fiel a tu intuición más profunda? Es obvio que cada cual vivirá “ese presente” de una manera en función de sus referencias educativas, sus experiencias personales, etcétera. Todo ello nos condiciona de un modo u otro, pero no nos determina. Siempre estamos a tiempo para volver a empezar, para cambiar de rumbo y escucharnos con honestidad.

La boda de Rosa y la filosofía sapiencial

Pero mi intención aquí no es hablar de conceptos técnicos y herramientas conversacionales propias del asesoramiento filosófico, como puede ser el diálogo socrático. Eso daría para una serie de post. Me resulta más enriquecedor recurrir a la ficción; en este caso a la película La boda de Rosa, de Icíar Bollaín, estrenada hace un par de meses. Este largometraje narra la vida de Rosa (Candela Peña), una mujer de cuarenta y cinco años, modista, que ha dedicado su vida a los demás, ignorando lo que realmente quiere. Un buen día la protagonista se da cuenta de que no es feliz. Siente que ha vivido de espaldas a sus verdaderas motivaciones. Siempre estuvo para los demás, menos para sí misma. Y es entonces cuando se pregunta: ¿y si me diera otra oportunidad?  ¿Y si me permitiese ser esa mujer libre y valiente que realmente soy? ¿Qué me impide alcanzar mis anhelos ahora mismo? 

¿Cuántas veces a lo largo del día dices que vas a hacer una cosa y acabas haciendo la opuesta? ¿Por qué haces lo que haces y no otra cosa? ¿Qué hay detrás de ese juicio que afirmas tan rotundamente? ¿Te has parado a reflexionar sobre tu propia felicidad? En definitiva, ¿cómo aplicas la filosofía en tu vida?

Finalmente tomará las riendas de su vida para “dotar de raíces” los valores que tan profundamente sostiene, desterrando creencias limitantes ajenas. Dicho de una forma más coloquial: “Rosa se pondrá el mundo por montera”. Resulta muy interesante apreciar cómo, a medida que la protagonista se escucha a sí misma con respeto y consideración, va descubriendo aspectos de ella que en otro tiempo no era capaz de ver. Es aquí donde reside la auténtica y sentida revolución interna. Son este tipo de revoluciones las que nos permiten crecer desde el propio reconocimiento de nuestra esencia originaria, ésa que conecta con nuestro ser más puro.