Uno podría pensar que los colegios ágiles son aquellos que preparan a los niños para ser eficientes el día de mañana en unas empresas que ya utilizan metodologías ágiles. Pero, inconscientemente, da por hecho que la única manera de aprender es la que conoció, el modelo centenario de educación prusiana de contenidos iguales, uniformes, división por edades, notas, deberes y castigos.

Recientemente, en Thinking with you hemos visitado Senbazuru Agile Learning Center, un colegio ágil impulsado por Senbazuru – Origami for Change, en la localidad madrileña de El Boalo, y hemos descubierto que aprender puede ser bien distinto.

José Manuel Sánchez Galán, de Origami, Israel Alcázar y Emmanuel Ponchon, de TWY, frente a un tablero de talentos e intenciones.

Tomar decisiones propias

Los Agile Learning Center son una comunidad internacional de aprendizaje ágil y auto-organizada que parte de la premisa de que las personas aprenden mejor cuando toman sus propias decisiones. Es lo que hacen las niñas y los niños desde que llegan al colegio por la mañana: ponen en un tablero sus intenciones para ese día y se comprometen con ellas. Se auto-organizan para el resto del día.

Otra premisa fundamental de los colegios ágiles es que cada persona tiene grandes talentos que ofrecer al mundo. Los alumnos los van apuntando a medida que los van descubriendo en un tablero en el que se pueden leer talentos como creatividad, deportes, mates, música, ajedrez, rapear, pintar, ideas, acrobacias.

La conexión entre los talentos surge de manera natural. Si los alumnos quieren aprender algo que les interesa, buscan quién puede tener ese talento y acuerdan que se lo enseñe. Lo ponen en el tablero y cualquiera que tenga el mismo interés tiene la puerta abierta para apuntarse. No solo desarrollan la capacidad de aprender y enseñar, sino la de apreciar lo único que tienen y cómo otros lo pueden valorar.

Proyectos personales

En los tableros, junto a cada talento aparece una intención: la forma de ponerlo en práctica. Desde la escuela defienden que “cuando los niños y las niñas tienen la oportunidad de seguir sus pasiones, ellas y ellos se involucran profundamente, aprenden más rápido y de manera exhaustiva – cubriendo años de contenido en semanas al momento y ritmo en el que deciden aprenderlo”.

Una niña trabaja en su tablero en Origami for Change.

Así que cada alumno trabaja durante un tiempo en su proyecto personal, que sirve para aplicar sus talentos en determinadas intenciones. Se pueden trabajar, si se requiere concentración, en la sala de silencio. Y pueden incluir música, dibujos o el uso de la computadora. La práctica de los idiomas en esta escuela bilingüe también se da de forma natural. Los resultados son tan creativos como un juego para aprender mates basado en el grupo musical Queen.

¿Existen deberes? Bueno, los niños y niñas aprenden a responsabilizarse desde pequeños, tienen un tiempo para hacer las cosas y pueden trabajar en casa si les faltó tiempo en las aulas.

Cada semana, los jueves, se celebra la “feria de los proyectos” en donde se muestra el proyecto personal a la clase, que componen niños y niñas de diferentes edades. Lo fundamental no es tanto lo que se ha hecho sino lo que se ha aprendido del trabajo práctico.

En este proceso, los profesores de los colegios ágiles son facilitadores que acompañan al alumnado en su aprendizaje autogestionado. Observan, sugieren y acompañan.

Una cosa que nos sorprendió durante la visita de Thinking with you es que los chicos apenas reparaban en nuestra presencia, estaban centrados en sus tareas.

Expresar emociones

Otra ceremonia es la que se celebra cada día al finalizar la jornada. Se comparte en grupo los aprendizajes diarios y hay una completa libertad y respeto para mostrar y expresar las emociones: ¡Hoy he estado enfadado! ¡Esto me ha puesto triste! ¡Esto me alegró! Las emociones están integradas, se aceptan y forman parte del aprendizaje.

Otra tradición es dedicar los viernes a relacionarse con el mundo exterior, porque existe el convencimiento de que el aprendizaje también sucede fuera de las aulas.

Trabajar la cultura

Los colegios ágiles también fomentan el aprendizaje en equipo. Desde las edades más pequeñas, se les enseña a acordar para cada reunión una intención (que puede ser tomar una decisión, informar de algo, compartir o jugar), un tiempo, una forma de hablar (en turnos, con una pieza del habla, facilitado o auto-regulado), un volumen o una postura del cuerpo (libre, enfocada o relajada).

También hay una reunión semanal para establecer o revisar la cultura. Se refleja en otro tablero de ‘Maestría Comunitaria’, en donde se exponen los acuerdos del grupo en cuatro categorías: estabilizar, practicar, proponer u observar.

Aspecto del tablero de maestría comunitaria.

Por ejemplo, se observó que se gastaba mucho papel en post-it para los tableros y se acordó utilizar cuerdas para colgar las tarjetas que reflejan el avance de los proyectos individuales. Otros acuerdos son más personales y propios de su edad, como la prohibición de decir en público si a alguien le gusta un compañero o compañera.

El alma de los colegios ágiles: su árbol ágil

El colegio ha plasmado su forma de hacer lo que llaman el “árbol ágil”, una representación visual de su modelo educativo. La tierra sobre la que brota el árbol es la confianza, entendida como “la capacidad de los niños, de las niñas y de cualquier persona para discernir quiénes son, qué necesitan y qué decisiones contribuirán a conseguir lo que se proponen”.

El árbol agile de Senbazuru Agile Learning Center.

Las raíces muestran los valores de los Agile Learning Centers: aprendizaje natural que ocurre todo el tiempo, autodirección, aprender de la experiencia y éxito, entendido como un ciclo en el que se establece la intención del aprendizaje, se pone en práctica, se reflexiona sobre lo practicado y se comparte.

El tronco es el proyecto educativo, Senbazuru ALC, que no ha parado de crecer y que ya tiene lista de espera. De hecho, la escuela se va trasladar desde una casa a las afueras a un nuevo edificio innovador en la entrada de El Boalo, en una inversión generada mediante financiación participativa. Todavía está abierta la campaña para participar.

En las ramas se encuentran los frutos. El más sabroso será el cumplimiento de su misión: “Buscamos que los niños y niñas sean personas adultas con propósito, capaces, libres y sin miedo”. Todo un nuevo paradigma educativo.

Esta visita nos inspira en nuestro propósito de humanizar las organizaciones y pensamos que una buena manera es crear desde Thinking with you puentes entre el sistema educativo, con experiencias como la del colegio SenbazuruALC-OrigamiForChange, con el mundo empresarial, para que que las empresas también puedan introducir estas prácticas y los niños y jóvenes comiencen también a introducirse en modelos diferentes de organización.

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