Durante estos días he estado con los responsables de implementación de metodologías ágiles en una gran organización. Durante unas horas, me pidieron que les mostrase mi visión sobre las metodologías y tras darle muchas vueltas a qué presentarles, preparé una sesión que denominamos Agile como cultura.
Durante esa sesión, para explicar mi visión sobre la implantación de metodologías ágiles, surgió el siguiente dibujo:
Todas las metodologías que se meten bajo el paraguas ágil, surgen de una mentalidad, una forma de pensar: el Agile Manifesto. De él se destilan valores como la transparencia, la colaboración, la comunicación, la apertura o la adaptación al cambio, entre otros. La cultura es algo que habita en cada uno de los individuos que participan de una organización, a saber, equipos de entrega de valor, roles de gestión, stakeholders. Hay una cosa que aglutina a todos ellos, son personas. Las personas son las responsables de cómo se vive la cultura de la organización, y la cultura agile requiere de nuevas habilidades: gestión emocional, adaptación al cambio, hablar en público, gestión de la incertidumbre, etc.
Sobre las habilidades de las personas de nuestra organización podemos construir procesos que ayuden a recibir feedback, a comunicar desde la transparencia, a tomar decisiones inteligentes, apoyado por las herramientas, como un product backlog, un tablero visual, un software de integración continua.
Existen varias formas de afrontar un cambio cultural: desde arriba hacia abajo, desde abajo hacia arriba y desde el centro. ¿Cuál es la mejor? Todas y ninguna. Un cambio de cultura (cambio desde abajo) puede llegar a perder fuerza por falta de la estructura que da la parte alta de la pirámide. Un cambio del proceso y las herramientas sufrirá porque la cultura no sea sustentada por la cultura. Incluso cuando trabajamos desde los dos niveles, es importante poner parte de nuestros esfuerzos en cada una de las capas por separado.
Según mi experiencia, algo que solemos dejar de lado y que es clave a la hora provocar un cambio profundo en una organización, es que las personas desarrollen habilidades ya que es algo que calará hacia la cultura y a la vez dará sustento a la implantación de procesos y herramientas.
La pirámide de cambio cultural.